Pulgones: los diminutos invasores del jardín
En el jardín, muchas veces el drama sucede a pequeña escala. Una hoja empieza a enrollarse, otra se mancha, y cuando miramos de cerca, allí están: pulgones. Pequeños, discretos, casi inofensivos a primera vista, pero capaces de convertirse en una plaga devastadora si las condiciones les favorecen. Conocerlos es el primer paso para convivir con ellos sin perder la armonía en nuestro ecosistema verde.

Qué son los pulgones
Los pulgones son insectos diminutos, generalmente de entre 1 y 3 milímetros de largo, pertenecientes a la superfamilia Aphidoidea. Se los conoce también como áfidos. Suelen tener cuerpos blandos, forma de pera y colores que van del verde al negro, pasando por amarillos, rojos o blancos, dependiendo de la especie.
Lo más característico de los pulgones es su aparato bucal: una estructura chupadora que les permite perforar los tejidos de las plantas y alimentarse de su savia. Esa succión constante y persistente es lo que provoca los principales daños en las plantas.
Variedades y diversidad de pulgones
En el mundo se han descrito más de 4.000 especies de pulgones, aunque unas 250 son consideradas plagas agrícolas importantes. Entre los más comunes están:
- Aphis gossypii: pulgón del algodón o del melón.
- Myzus persicae: pulgón verde del duraznero.
- Aphis nerii: pulgón amarillo de las adelfas.
- Macrosiphum rosae: pulgón del rosal.
- Brevicoryne brassicae: pulgón de las coles.
Cada especie tiene sus preferencias por determinadas plantas huésped, aunque muchas son polífagas, es decir, se alimentan de varias especies vegetales.
Cómo viven los pulgones
Los pulgones tienen ciclos de vida complejos y extremadamente adaptables. En primavera, emergen hembras partenogenéticas que se reproducen sin necesidad de machos. Estas hembras pueden dar a luz crías vivas que a su vez empiezan a alimentarse y a reproducirse rápidamente.
Durante el verano, algunas especies desarrollan alas y migran hacia otras plantas, ampliando su rango de ataque. En otoño, dependiendo del clima y de la especie, algunas poblaciones producen machos y hembras sexuales que copulan y ponen huevos resistentes al invierno.
Esta flexibilidad reproductiva les permite colonizar rápidamente una planta o un jardín completo, multiplicándose por cientos en pocos días.
Qué comen y cómo afectan a las plantas
Los pulgones se alimentan de la savia elaborada de las plantas, especialmente la que circula por el floema. Esta savia rica en azúcares y nutrientes es como una fuente inagotable de alimento para ellos, pero succionar tanta cantidad tiene un precio: los pulgones excretan un líquido azucarado conocido como melaza.
Los efectos del ataque de pulgones son múltiples:
- Enrulamiento y deformación de hojas y brotes.
- Debilitamiento general de la planta.
- Retraso en el crecimiento y menor floración o fructificación.
- Transmisión de virus vegetales.
- Aparición de hongos como la fumagina o negrilla , que crece sobre la melaza.
Una colonia numerosa puede llevar a la muerte de brotes tiernos e incluso a la planta entera, especialmente si es joven o está débil.
Relaciones con otros insectos
Los pulgones no están solos. Forman parte de una compleja red ecológica. Algunos de sus principales aliados son las hormigas, que los protegen a cambio de su melaza. Este mutualismo hormiga-pulgón es una de las interacciones más llamativas del mundo de los insectos.
Las hormigas los «ordeñan», los transportan y los defienden de depredadores. Esto hace más difícil controlar una infestación si hay colonias de hormigas presentes.
Pero también tienen enemigos naturales, como:
- Mariquitas o Vaquita de san Antonio (Coccinélidos): tanto larvas como adultos devoran ávidamente pulgones.
- Crisopas: sus larvas, llamadas «leones de los áfidos», son voraces cazadoras.
- Sírfidos: parecidos a abejas, sus larvas se alimentan exclusivamente de pulgones.
- Avispas parasitoides (Aphidius spp.): depositan sus huevos dentro de los pulgones y las larvas los devoran desde dentro.
- Arañas, tijeretas, aves insectívoras y ranas: todos aprovechan este recurso abundante.
En sistemas ecológicos equilibrados, estos enemigos naturales controlan la población de pulgones sin necesidad de intervención humana
Cómo prevenir ataques de pulgones
Una de las mejores estrategias contra los pulgones es la prevención. Un jardín sano y diverso será más resistente. Algunas prácticas clave incluyen:
- Suelo sano, planta sana: mantener la tierra viva con compost, materia orgánica y cobertura vegetal fortalece las plantas.
- Evitar monocultivos: la diversidad de plantas confunde a los pulgones y dificulta que encuentren a sus favoritas.
- Asociaciones benéficas: plantar ajo, cebolla, menta, caléndula o ruda cerca de los cultivos puede repeler a los pulgones.
- Eliminación mecánica: un chorro de agua dirigido puede desalojarlos sin dañar la planta.
- Controlar las hormigas: si las hormigas están presentes, será muy difícil deshacerse de los pulgones.
Cómo combatirlos de manera ecológica
Cuando la plaga ya está instalada, existen varios tratamientos naturales efectivos:
- Jabón potásico: ideal para aplicar por la mañana o al atardecer, disuelve la capa protectora de los pulgones por contacto
- Aceite de Neem: actúa como repelente y regulador hormonal que impide el desarrollo de los pulgones
- Extracto de ajo o de crisantemo (piretrina natural): efectivos como insecticidas ecológicos de amplio espectro.
- Té de tabaco, ajenjo o chile: preparados caseros con propiedades repelentes y de contacto
- Cola de caballo (Equisetum arvense): si bien es más conocida como fungicida, también se le reconoce cierta eficacia contra pulgones y ácaros
Además, hay estrategias de control biológico que implican liberar enemigos naturales o crear refugios para ellos en el jardín. Por ejemplo, un pequeño estanque atraerá a ranas, y un montón de piedras puede servir de escondite para lagartijas